El virus rugoso del tomate (Tomato Brown Rugose Fruit Virus -ToBRFV-) es un Tobamovirus que se reportó por primera vez en 2016 en Jordania. Su presencia se ha confirmado en países como Israel, Alemania, Estados Unidos, Holanda, España, Italia, el este de China y desde 2018 también en México.
Durante el periodo de 2014 a 2018 México importó más de 3 toneladas de semillas de tomate, chile y otras solanáceas provenientes de Israel, lo cual posiblemente contribuyó a la diseminación del virus.
Las enfermedades asociadas con este género son lesiones necróticas en las hojas. El virus puede atacar en cualquier etapa fenológica del cultivo, inicia principalmente en las hojas jóvenes, donde comienza la formación de manchado o “mosaicos” de coloración amarilla, lo que genera una coloración heterogénea en las hojas, clorosis, patrones de moteado, arrugas, además de que la yema apical y brotes nuevos presentan marchitamiento.
En algunos casos se presentan lesiones necróticas en pedúnculos, pedicelos y hojas del cáliz del tomate. Los tallos pueden presentar también líneas necróticas y secado. En el caso de los frutos, también pueden parecer deformes y presentar una maduración irregular.
En otros cultivos como pimientos y chile, los síntomas incluyen deformaciones de las hojas, clorosis y patrones de mosaico. Los frutos se deforman, con manchas amarillas o marrones visibles o un rayado verde. Los síntomas pueden ser distintos dependiendo de cada variedad.
El medio de transmisión de este virus es por medio de la semilla (Cubierta o endospermo) y/o por contacto mecánico a través de herramientas de trabajo, personal, rafia, implementos de tractor, cajas y/o carritos de cosecha, entre otros. El virus puede persistir por meses o incluso años en restos de la cosecha, semillas y en material contaminado. En el caso particular del ToBRFV un estudio reveló que los polinizadores (abejorros) también transmiten el virus de forma mecánica cuando durante la polinización van de una planta enferma a una sana.
La única herramienta es la prevención mediante la implementación de medidas de bioseguridad y sanidad. En el caso de las semillas, plántulas e injertos es primordial:
- Utilizar semillas certificadas en donde el certificado fitosanitario debe expresar explícitamente que se encuentran libres de ToBRFV y usar plántulas de viveros que garanticen la sanidad de sus productos.
Ya en invernadero o campo, las medidas de bioseguridad deben ser estrictas para evitar la introducción y diseminación del ToBRFV, para lo cual es necesario:
- Buenas prácticas de ingreso y visita al invernadero.
- Evitar contaminación cruzada y acumulación de basura.
- Empleo de tecnología química e ingeniería que permita mantener la sanidad del cultivo antes, durante y después de la siembra y cosecha del producto.
Una vez detectado el virus ToBRFV en el cultivo se debe:
- Eliminar plantas contagiadas y aledañas de forma completa, meterlas en bolsas de plástico e incinerar.
- Desinfectar el invernadero y herramientas de trabajo.
- Asegurar que las instalaciones permitan la higiene del personal antes y después de ingresar del invernadero o campo.
- Restringir el acceso a personal ajeno a la empresa.
- Eliminar restos de poda.
- Evitar reutilizar materiales de tutoreo en cada ciclo.
El Virus Rugoso del Tomate (ToBRFV) es capaz de producir pérdidas de entre el 30 y el 100% en tomate y chile, en Grupo Rosmar contamos con una línea específica para atender la Industria de Frutas y Vegetales; y soluciones específicas que atienden las necesidades y problemáticas de este sector.
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